Entonces contemplando su hermosa cornamenta, grande y robusta el ciervo se sintió tan orgulloso por aquel atributo que tanta admiración ocasionaba entre el resto de los animales, pero a la vez se quedó tan afligido por sus piernas delgadas y delicadas.
- ¡ Qué extraordinaria y atractiva es mi cornamenta! – exclamaba lleno de orgullo por aquel adorno que la naturaleza le había obsequiado.
- ¡Ójala tuviera unas patas tan maravillosas como mi cornamenta! se recriminó.
Preocupado aún por estos pensamientos, se apareció un león que comenzó a perseguirlo, pero él echó a correr tán rapido como pudo y le ganó gran distancia en muy poco tiempo, pues la fuerza de los ciervos está en sus piernas y la del león en su corazón.
Mientras el campo fue llano en la huída, el ciervo guardó la distancia que le salvaba; pero al entrar en el bosque sus cuernos se engancharon tan fuerte a las ramas frondosas de los árboles, no pudiendo poder escapar siendo atrapado por el león.
A punto de morir, el ciervo exclamó para sí mismo:
- ¡ Desdichado ! Mis patas, de las que renegué creyendo que me traicionaban; eran los que me salvaban, y mis cuernos, en los que puse toda mi confianza, son las que ahora me traicionan ¡ que
ironía !
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ResponderEliminarEs una fábula de Esopo con valores de respeto,estima a las personas como seres humanos.
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